Una de las mayores preocupaciones del doctor Hughes, neuropsicólogo pediátrico de la Universidad de Minessota (EE.UU.), es que los padres están poniendo un énfasis desmedido en el bienestar psicológico de sus niños y muestran una exagerada preocupación en la inteligencia emocional, dejando de lado aspectos básicos en la educación como la autoridad.
“Los padres tienen hoy un concepto errado de lo que significa la autoestima de sus hijos, lo que tiene consecuencias negativas en el desarrollo de ellos”, dice el especialista. La Fundación HacerFamilia lo entrevistó tras su visita a Chile y estas fueron sus apreciaciones.
- El sentido común dice que fomentar la autoestima en los niños es algo muy positivo. ¿Por qué habla usted de una autoestima mal entendida?Los profesores y otros profesionales alegan que hoy los niños obedecen poco, que tienen más problemas de comportamiento que antes, que la gente joven es más ruda y problemática, que están demasiado conscientes de sus derechos a los que le dan un extraño sentido. Además, hay más índices de depresión y ansiedad.
- ¿Y qué tiene que ver esto con el concepto de autoestima?Profesionales como el sociólogo de Harvard, Niel Smesler, han predicado maravillas acerca de este concepto. El sociólogo ha dicho: “Muchos, sino todos los mayores problemas de la sociedad, tienen raíces en la poca autoestima de las personas que la conforman”. Se ha concluido entonces que la baja autoestima es la responsable del embarazo adolescente, del bullying, del fracaso académico, del abuso de drogas y alcohol, de la delincuencia y de cuanta actitud mala vemos hoy.
- ¿Y no lo es?Es que se ha desatado una verdadera epidemia de autoestima y se ha manoseado este concepto. Hoy se pueden encontrar libros que dicen cosas como: “Las 10 actitudes que amo de mí”, “Las cosas que me hacen especial” y “Puedo hacer todo lo que me proponga”. La gente piensa que no se puede decir NO a un niño, y que criticarlo o corregirlo es malo para su autoestima. Los papás ya ni se atreven a retar a sus hijos o a alzarles la voz.
Hasta ahora se ha pensado que existe una “correlación” entre la autoestima y el buen rendimiento escolar, sin embargo, los esfuerzos que se han hecho para potenciar la autoestima de los estudiantes no ha demostrado ningún mejoramiento académico, y lo que es peor, se han producido efectos contraproducentes.
- ¿A qué se refiere con esos efectos contraproducentes?Entre 1982 y 2006 se encuestó a 16.474 estudiantes universitarios sobre el tema del narcisismo. Algunas de las respuestas más comunes fueron: “Si dominara el mundo éste sería un lugar mejor”, “creo que soy una persona muy especial”, “puedo vivir mi vida de la manera que quiera”. En la medida que pasan los años tenemos muchos más niños y jóvenes narcisistas, lo que se convierte en un problema muy grave.
- ¿Cuáles son las características de esta juventud narcisista?Los narcisistas no tienen empatía y actúan agresivamente frente a la crítica, favorecen lo personal y no les interesa ayudar a los demás, se preocupan sólo de ellos mismos, son más propensos a cortar relaciones románticas y a ser infieles. No tienen calidez emocional, son más deshonestos y muestran conductas violentas cuando alguien los trata de controlar.
- ¿Cómo deberían actuar los padres frente a sus hijos?Los padres son hoy demasiado permisivos, porque temen dañar la autoestima de sus hijos. Por eso hablo de autoestima mal entendida. Ellos permiten que sus hijos lleven la agenda, los dejan hacer lo que ellos quieran, por ejemplo: estar despiertos hasta las 11 de la noche o tomar helado al desayuno. Son cariñosos, pero no ponen reglas y cuando los niños violan las normas sociales, nadie los enfrenta.
Es importante entonces que los padres empiecen a demostrar autoridad sin miedo de dañar la “autoestima de los niños”, porque lo único que están creando son niños sin autocontrol, inmaduros e irresponsables que cuando adultos, no son capaces de cumplir sus metas. Incluso algunos llegan a abusar de las drogas y el alcohol.
- ¿Se trata de una vuelta atrás a los padres autoritarios?No, los padres deben tener autoridad, que no es lo mismo que ser autoritario. Pueden ser estrictos y poner reglas, pero también deben estar abiertos a discutirlas y a razonar con sus hijos dentro de ciertos límites. Los padres con autoridad les dan a sus hijos libertades. Son amorosos, afectuosos y comunicativamente abiertos. Los hijos, a su vez, responden bien, logran motivarse para conseguir sus objetivos, tienen más autocontrol, tienden a ser más populares, competentes y poseen un alto nivel de responsabilidad social.
Para que el cerebro funcione mejor, hay que realizar actividades en las que los niños se pongan manos a la obra. No hay que resolverles los problemas, sino dejar que ellos averigüen cómo resolverlos.
- ¿Qué cualidades se debe resaltar en los hijos para que triunfen en la vida?Los padres deben fomentarles la independencia y la eficacia. Ayudarlos a que sean buenos haciendo cosas, que sean capaces de dirigir sus energías, tener iniciativa y decirles que sean realistas con lo que necesitan para llegar a sus objetivos.
También hay que enfocarse en la socialización. No hay que criar a los hijos para que sean felices, sino para que sean amables. Los niños con una buena socialización son felices.
- ¿Qué debiera decirle todo padre a sus hijos?
El ideal es transmitir cuatro ideas básicas: que la falta de habilidad innata no importa, que el talento tiene poco o nada que ver con el éxito, que el cerebro es un músculo que puede aumentar la inteligencia ejercitándolo y que un buen desempeño es siempre el resultado de un gran esfuerzo.
El ideal es transmitir cuatro ideas básicas: que la falta de habilidad innata no importa, que el talento tiene poco o nada que ver con el éxito, que el cerebro es un músculo que puede aumentar la inteligencia ejercitándolo y que un buen desempeño es siempre el resultado de un gran esfuerzo.
*El doctor Steve Hughes es experto en los procesos que utiliza el cerebro para aprender, y descubrió que el método Montessori utiliza los mismos mecanismos. En sus más recientes investigaciones identifica los ambientes sociales y emocionales que ayudan a mejorar el desarrollo del cerebro de los niños.
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